Ayer viernes fue la reunión de bienvenida de la Universidad de Islandia para todos los estudiantes extranjeros. Explicaron cómo funciona la UGLA, la biblioteca y algunos departamentos como el de empleo. Fue un coñazo, por deformación profesional apunté algunas curiosidades de la biblioteca aunque lo único bueno es que
han organizado una excursión para el 17 de septiembre para ir a ver Réttir, Gullfoss y Geysir por 2500kr, habrá que apuntarse.
Cuando acabó la reunión hubo galletas, te, café y agua con gas para el que quisiera. Como no me apetecía volverme a casa tan pronto me fui a acompañar a unos alemanes y una americana a comprar alcohol. Mientras esperaba a que salieran me llamó Silvia la catalana pidiéndome el favor de que le comprara 16 latas de cerveza y una botella de cava como regalo para el canadiense que le había prestado su habitación de la residencia mientras él estaba de viaje. Sin problema, ya haríamos cuentas.
Cuando fui a pagar, como de costumbre, al dependiente le chocó que la tarjeta de crédito no llevara foto en el reverso y le expliqué que era española y que cuando pagámos enseñábamos el DNI para que comprobaran los datos. El chico encantado y me soltó un "increible" con un marcado acento extranjero.
Al salir me di cuenta que la bolsa que llevaba no iba a aguantar los 15 minutos que iba a tardar en llegar a casa y a ratos cogía la bolsa abarcándola como si fuera una caja. Al final tenía que pasar lo que pasó, la botella de cava se cayó y se rompió en mitad de la calle principal. Mierda. Cuando me marchaba cabreada por la situación y jurando que ningún favor alcohólico más, un hombre me dijo que si volvía a la tienda de licores con un cacho de la botella, como el cuello y la factura me darían una botella nueva. Le pregunté varias veces que si estaba seguro ya que los islandeses son buena gente pero esto ya me parecía demasiado y me dijo que sí, que estaba seguro.
Fui a casa a dejar las puñeteras 16 cervezas de medio litro y tras preguntarle a una de mis compañeras de piso si sabía si eso era cierto y contestarme que no tenía ni idea me fui a la tienda de licores.
Volví al mismo dependiente, le pregunté si me recordaba y le expliqué la situación. Me dijo que normalmente no se hacía pero que vale, por esta vez me podía ir con la botella de cava sin pagar. Increible.
Por la noche hubo fiesta en el bar de Gamli Gaður para todos los estudiantes extranjeros. Estuvo bien, conocí a bastantes estudiantes nuevos, aunque la mayor parte del tiempo estuve con gente del curso de islandés que ya tenemos muy buen rollo. Después nos fuimos a los bares de Reykjavik. Acabé la noche con otros 7 más de after party en casa de uno donde pusimos una radio musical y seguimos de buen rollo. Mientras discutian que el italiano tenía que ponerse a hacer pasta para desayunar me quedé dormida en el sofá con una de Huelva y un alemán. Desperté a tiempo de que todos desaparecieran y me fui a mi casa, dejando a la de Huelva y el alemán durmiendo en el sofá.