Hace ya más de un mes mi madre me preguntó si estaba adelgazando o engordando. Estoy adelganzando le dije. No le hizo mucha gracia, porque para ella quien adelgaza es porque está enfermando aunque por otra parte piensa que engordar no es bueno por lo complicado que es luego adelgazar. El pez que se muerde la cola. Desde entonces con cierta frecuencia me pregunta qué como. Algo que me revienta porque demuestra que no confía en mí y eso no me lo preguntaba cuando estuve en la residencia de estudiantes y no paraba de quejarme de la asquerosa dieta basada en pasta y fritanga que las monjas nos servían.
Mi teoría es que como no me ha dado por comerme un paquete de galletas de chocolate de medio metro al día y que por ahorrar el abono transportes me muevo por Reykjavik andando (ir a la universidad son 20 minutos de ida) pues estoy adelgazando. Pero que no cunda el pánico, que aunque no lleno los pantalones no hay que mirarme dos veces para distinguirme.
La semana pasada acabé con
las lentejas que mi madre me había mandado en agosto junto con otras cositas. Aprovechando que ha habido varias visitas, que mis lentejas se iban acabando ya que decidí invitar por turnos a españoles a probarlas y mientras todo el mundo pedía tabaco o alcohol yo pedía lentejas. Que conste que no es coña yo para estas cosas no me avergüenzo.
Como me suele pasar a menudo, no me tomaron en serio unos y otros directamente les daba vergüenza decirles a sus amigos que les trajeran un kilo de lentejas. A los amigos del que le da vergüenza se lo dije y aunque es cierto que se rieron también dijeron que no hubiera pasado nada, total por un kilo de lentejas no te multan en la aduana, ¿no?
De alguna forma mi plato de lentejas se había convertido en la comida decente de la semana, si el pescado (algunas variedades como el rape en más barato que en España) y la bandeja de pollo que me compro alguna semana lo permiten. Les pregunté a mis compañeras de piso donde vendían lentejas y directamente no sabían lo que eran las lentejas, después investigando me he enterado que en
Nóatún las venden pero que cuestan alrededor de 2.50€ el medio kilo. Asi que, ante la posibilidad que la
operación MRW no fuera fructífera compré garbanzos (kjúklingarbaunir en islandés) que los venden en
Bónus y es uno de los supermercados más baratos. Aunque eso no quiere decir que me salieran baratos.
Tras buscar una
receta, hice un mezcla de las que había teniendo en cuenta que no me gustan las espinacas, que no tenía azafrán, que la punta de jamón ha sido sustituída por la punta de un salchichón del paquete bomba que me enviaron de España hace muchísimo y que en mi casa los garbanzos se comen con patatas. Ya sabía que los garbanzos hay que tenerlos a remojo el día de antes (lo que me parece un engorro) pero me ha fastidiado bastante el descubrir que se tardan en hacer más de una hora, con lo que aprieta el hambre a determinadas horas (llevo horario español, me niego a cenar entre las 5 y las 7 de la tarde) y más percibiendo el olor a comida que se está cocinando. Al final el experimiento ha sido un éxito y aquí está mi primer plato de garbanzos que concino en mi vida:
Me ha quedado un post muy marujo, pero la vida Erasmus tiene estos detalles y tras el meme sexual tocaba algo más recatado.