Probando la cabeza, que tiene lengua y ojo pero no sesos.
Al final el sábado se organizó una fiesta sorpresa por el cumpleaños de una mallorquina. Ella no se esperaba nada y se empeñó en preparar la tarta porque estaba más sabrosa de un día para otro. Yo desde el messenger les dije que si no encontraban forma de sacarla de casa que podíamos preparar todo en mi casa. Al final todo salió bien y como estaba muy perra llegué la última a la cena. Lo que no sabía es que además habían preparado caipivodka y caipiron. Que no era otra cosa que concentrado de limón con limones y el vodka casero del lituano que dependiendo de los polvos mágicos que le eche es vodka, ron o ginebra. Menos mal que el concentrado mató el sabor y olor original de este vodka homemade.
Tras la guerra de nata (como les gusta a los italinos estas guerras) pasó lo que todos nos olíamos teniendo en cuenta los altavoces que había traído uno de los lituanos. Vino la
policía, con un
furgón. Apagamos la música y cuando el policía estaba hablando con los que estaban en la puerta fumando (no se puede fumar dentro de las guesthouses) se empezó a oir una música muy fuerte de los pisos de enfrente. El policía se empezó a reir pidió que no saliéramos fuera y se fue. Se pusieron delante del balcón de donde salía la música, encendieron la sirena y con los altavoces del furgón se pusieron a hablar en islandés profundo, suponemos que pidieron que bajaran la música. Eran las 3 de la mañana.